lunes, 4 de junio de 2007

AÑORANZAS DE UN RÍO

Había una vez un río llamado Orituco, que se sentía feliz al ver que sus aguas eran cristalinas, contaba que tenia muchos árboles a su alrededor, que a los peces le gustaba vivir en él y las personas se bañaban en sus aguas.

Un día llegaron personas de otros lugares, empezaron a construir casas a su alrededor, utilizaban sus aguas para la siembra, arrojaban en él sus desperdicios, talaban y quemaban los árboles.

Orituco al verse convertido en una zanja se deprimió. En ese momento estaba pasando un turpial y al verlo tan decaído se acercó y le pregunto:
_ ¿Qué tienes Orituco? _ ¿Qué le ha pasado a tus hermosas aguas y a tus amigos los árboles y los peces? ¿Porque te ves tan triste?

Orituco respondió con voz muy baja y deprimente:
¡Por qué me están haciendo daño! _Me contaminan, con desechos agrícolas, con aguas negras, y por esta razón los peces se tuvieron que ir, las personas ya no les gusta bañarse en mí. Además talan a mis amigos los árboles y queman los suelos, _ ¿sabes la cantidad de animales que mueren al quemar?

El turpial al ver que Orituco ya estaba desesperado quiso darle unas palabras de aliento:
_ Cálmate Orituco, no te preocupes yo te aseguro que volverás a ser el de antes.

El turpial se fue preocupado al haber dejado a Orituco tan mal y se pregunto, ¿cómo podré ayudarlo?

Un grupo de habitantes de Altagracia de Orituco llegaron a ver al Río Orituco; decidieron rescatarlo de su mal estado, y dijeron:

_ ¡Podemos salvar al Río Orituco, con la ayuda de todos!

Empezaron por sembrar árboles a su alrededor, lo limpiaban constantemente, colocaron varios carteles en la localidad, con el lema ¡Salvemos al Río Orituco!

Orituco empezó a ver como las personas se preocupaban por él, trataban de rescatarlo, se sintió un poco mejor, sus aguas comenzaron a tener brillo y su alegría volvió.

Después de un largo tiempo con mucho esfuerzo y trabajo las aguas del Río Orituco aumentaron su volumen, crecieron los árboles y volvieron los peces.

El Turpial vio a Orituco ya alegre, sonriente, limpio y lo felicitó desde la altura de un árbol. “Estaba Feliz”

Orituco se sentía tan bien que grito con todas sus fuerzas:
¡HE VUELTO A SER EL MISMO!


ardnaxela



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